
Por qué en Branz tratamos bocas… pero también corazones
En Branz decimos mucho eso de que tratamos bocas… pero también corazones. Y no es solo una frase bonita: es una forma de entender nuestro trabajo.
Porque cuando alguien acude a la clínica, no solo vemos una boca. Vemos a una persona. Con su historia, su día, sus miedos, sus ganas de mejorar su sonrisa… y eso para nosotros es lo más importante.
Nos gusta mirar a los ojos, explicar bien las cosas, resolver todas las dudas, tener paciencia, sonreír y, si hace falta, coger de la mano en este camino.
Porque sí, somos dentistas. Pero también somos madres, tías, hijas, amigas… y sabemos lo importante que es que te hablen con cariño, que te escuchen, que te entiendan.
Por eso nos fijamos en cómo respiran los peques y los mayores, si duermen bien, si mastican con facilidad, si vienen tensos, si les da miedo abrir la boca, si necesitan cuidados…
Nos importa si se sienten cómodos.
Si los familiares salen tranquilos.
Si los adolescentes se van con una sonrisa más segura.
Si los mayores entienden cada paso del tratamiento sin sentir que les hablan en otro idioma.
Porque creemos que la salud dental no va solo de tener los dientes perfectos, va de poder sonreír sin complejos, de dormir bien, de comer sin molestias, de mirarte al espejo y sentirte bien.
Y eso, lo conseguimos cuando te tratamos de verdad, desde dentro.
Así que sí, en Branz tratamos bocas y a sus familias.
Pero lo que más nos importa es que, cuando salgas por la puerta, sientas que también te hemos cuidado un poquito el corazón.